lunes, 31 de enero de 2011

Ledesma.

Fue Ledesama plaza importante; hoy día conserva una gran parte amurallada, un pequeño puente romano (puente mocho), numerosas iglesias y casas nobles, que junto a su situación a orillas del río Tormes, presenta un bonito paisaje.
Fotografías enviadas por Antonio Medina.

BRANDILANES 1640 – GUERRA CON PORTUGAL.

De nuevo Antonio Medina nos ofrece este texto sobre BRANDILANES.

BRANDILANES 1640 – GUERRA CON PORTUGAL.

El reinado de Felipe IV fue un periodo de guerras constantes y numerosos frentes. España se encontró a lo largo de dicho reinado en guerra con: Países Bajos, Inglaterra, y Francia. En septiembre de 1640, aumentan los conflictos del reino al producirse la ruptura entre Cataluña y el monarca Felipe IV.

En diciembre de 1640 es proclamado rey de Portugal, con el nombre de Juan IV, el duque de Braganza, firmando de inmediato la paz con los holandeses, a la vez que obtiene el beneplácito de Franceses e Ingleses.

Esta nueva insurrección afecta muy directamente a Zamora y su territorio. Mientras el rey pedía más soldados, dinero y mantenimientos para atender estas nuevas guerras, los portugueses reunían, en numerosos puntos de la frontera, a todo su ejército.

Brandilanes, como vanguardia fronteriza de España con Portugal, no solo no pudo verse ajeno al conflicto entre ambos reinos, sino que fue de las poblaciones más perjudicadas.

El Autor Ursicino Álvarez Martínez, en su “Historia General Civil y Eclesiástica de la Provincia de Zamora”, cita una de las numerosas incursiones, relatando lo siguiente:

“… En 1640, reunían los portugueses en la frontera un ejército de 14.000 infantes y 800 jinetes con ocho piezas de artillería. La gente de Zamora á quien se dio por capitán general al conde de Alba de Aliste, formó cuerpo de milicia de 300 que fuese á defender línea de trincheras que se practicó en Carbajes y Alcañices.

En Octubre de 1641 atacaron los portugueses á Brandilanes y Alcañices haciendo prisioneras cuatro compañías, con lo que la capital exhausta de soldados y de medios de resistir, se decidió, no obstante, á hacerlo no desmintiendo los alientos que había mostrado en ocasiones parecidas…”

Es fácil entender que, al ser la población de Alcañices la fortificación más importante de la comarca, cualquier incursión militar portuguesa pasaba, en el sur, por las poblaciones de Brandilanes o Moveros, a fin de cercar la guarnición de la citada fortificación.

No terminan las penurias en los años citados, sino que la comarca, y por lo tanto Brandilanes como primer frente hispano ante Portugal, en años sucesivos continuó en lucha, y como Ursicino Álvarez sigue narrando:

… En el dicho año de 1653 sufrió incendio el hermoso palacio del conde de Alba de Aliste… y en el siguiente Fermoselle, Cerezal, Pino y otros pueblos, se vieron invadidos por los portugueses que aprisionaron gentes y rapiñaron ganados dándoles encuentro importante las fuerzas del país entre Alcañices y Carbajales en que hubo mucha mortandad.

Como se ve, la carestía, la despoblación, el esquilmo y la guerra fueron el nublado fondo del cuadro histórico de la época en ésta zona de la tierra Zamorana, extremando aun más la decadencia, ya muy acentuada en los dos anteriores reinados.

A la muerte de Don Felipe IV, en 1665, le sucede Don Carlos II, niño aún. En 1668 la paz con Portugal desahogó algún tanto los gastos y atenciones, a la vez que animó el trabajo, la industria y el comercio de esta tierra.

Aún así, para las guerras de Cataluña y Flándes se pidieron en 1676, 800 soldados a Zamora, que debido a su mal estado, solo consiguió llenar la leva con presos por causas leves y gentes sin ocupación.

domingo, 30 de enero de 2011

María Inés de Pimentel.

Guzmán.

Zúñiga.

Pimentel.


De María Inés de Pimentel, “Dama honesta”, que puede ser de la Casa de los duques de Benavente, a la que pertenece su Madrastra, tuvo Pedro de Zúñiga, II conde de Bañares, I conde de Ayamonte, padre del II duque de Bejar e hijo del I duque casando este en segundas nupcias con Leonor Pimentel, hija de Juan Alonso Pimentel, I conde de Mayorga, hijo de Rodrigo Alonso Pimentel, II conde de Benavente. Es tia de Leonor la segunda esposa del condestable Álvaro de Luna de nombre Juana con la que casa el Condestable en 1431.


Pedro de Zúñiga, muere en 1484, casa en 1454 Teresa de Guzmán, señora de Ayamonte, hija natural de Juan Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno, III conde de Niebla, I duque de Medina Sidonia, en Urraca de Guzmán, su prima, hija de Alonso Pérez de Guzmán, señor de Lepe, Ayamonte y Redondela, hijo del I conde de Niebla, y de Mencía de Figueroa.


Inés y Pedro, se puede encontrar de un matrimonio oculto, tienen un hijo,

Pedro de Zúñiga, I señor de la Aldehuela y de Vayos. Fundó en 1487 con su mujer los mayorazgos de Cisla y Aldehuela, lugares de Flores de Ávila. Siendo estudiante en Salamanca casa con Beatriz Palomeque Olarte y Gil Dávila, señora de Cisla y de Jantos, hija de Juan Palomeque, señor de Itero y de Cantaelpino, y de Catalina de Olarte Gil y Dávila, señora de Cisla, vecina de Ávila. Fueron padres de Pedro de Zúñiga y Palomaque que casa con Juana de Maldonado. Padres de Pedro de Zúñiga y Maldonado que casa con su sobrina Beatriz de Zúñiga y Benavides. Padres de Pedro de Zúñiga Palomeque, “el de Rivilla”, quien contrajo
matrimonio con Antonia Flandes Palomeque, natural de Arévalo en Avila. Fueron padres de
Diego de Zúñiga Palomeque, vecino de Arévalo, quien casó con Ana de Lezama. Padres de Pedro de Zúñiga Palomeque que casa con Isabel de Pano o Pamo Viviesca y Guzmán. Padres de Petronila de Zúñiga Palomeque que sera la VI marquesa de Flores Dávila, natural de Avila, quien casó en dos ocasiones: la primera con Pedro de Barros, y la segunda con Jerónimo de Peñalosa y Machuca, hijo de Juan Peñalosa y de Leonor Gómez de Tiedra, vecinos de Santa María de Nieva, en Segovia, con sucesión.

y de Diego de Zúñiga Palomeque
, II señor de la Aldehuela, Cisla, Itero y Cantaelpino. Reedificó en 1525 el Convento de San Agustín de Salamanca y compró el señorío de Flores Dávila en 1 de Abril de 1542. Contrajo matrimonio con María Velázquez de Castro, natural de Cuéllar, hija del Licenciado Gutierre Velázquez de Cuéllar y de Catalina Franza de Castro. De este enlace nació Pedro de Zúñiga y Velazquez, II señor de Flores-Dávila, señor de la Aldehuela, de Cisla, Itero y Cantaelpino. Casó con Catalina Nieto de Benavides y de la Noceda, hija de Fernando Nieto de Benavides y de Catalina de la Noceda. Padres de Beatriz de Zúñiga Palomeque y de Diego de Zúñiga Palomeque, comendador de Almendralejo en la Orden de Santiago en 1576, señor de Flores-Dávila, Cisla, La Aldehuela, Itero y Cantalpino. Regidor perpetuo de Salamanca, corregidor de Toledo, Embajador en Francia. Casa con Ana Antonia Cabeza de Vaca y Dávila, VII señora de Arenillas. Fueron padres de Pedro de Zúñiga Palomeque, I marqués de Flores-Dávila el 11 de Abril de 1612, señor de Cisla y la Aldehuela, Gentilhombre de Felipe III y su Embajador en Inglaterra, caballero de Santiago y comendador de Almendralejo en 1583, de Bienservida en 1605 y de Corral de Almagueren 1609. Falleció sin sucesión el 21 de Octubre de 1631. Sigue en el marquesado de Flores Davila su hermana Catalina con sucesión hasta el V titular.

El 18 de enero de 1487 Pedro de Zúñiga Pimentel y su mujer Beatriz Palomeque Olarte y Gil Dávila, fundaron los mayorazgos de Cisla y Aldehuela, lugares de Flores de Ávila.


Don Pedro y doña Beatriz fueron enterrados en el Convento de San Agustín, en la Capilla de San Pedro, en Salamanca. El convento desapareció o fue destruido durante la Guerra de la Independencia. A estos primeros señores de Flores Dávila les sucede su hijo don Diego.

II Señor de Flores Dávila, Diego de Zúñiga y Palomeque, señor de la Aldehuela, Cisla, Itero, Aldegue y Contaelpino. Regidor de Salamanca, a quien sucede su hijo don Pedro.

III Señor de Flores Dávila, Pedro de Zúñiga Palomeque y Velázquez de Castro, que en el año de 1535 edificó la capilla de San Pedro, para su enterramiento y los de su familia y en donde están enterrados sus abuelos los fundadores del Mayorazgo. Le sucede su hijo don Diego.

IV Señor de Flores Dávila, Diego de Zúñiga Palomeque y Nieto de Benavides, le sucede su hijo don Pedro.

V Señor de Flores Dávila, Pedro de Zúñiga Palomeque y Cabeza de Vaca, también conocido como Pedro de Zúñiga y de la Cueva, embajador de Inglaterra y caballero de Santiago, a quien Felipe III, el 11 de abril de 1612 le concede el título de I marqués de Flores Dávila y en el que le que sucede su hermana Catalina.

II Marquesa de Flores Dávila, Catalina de Zúñiga Palomeque y Cabeza de Vaca, le sucede su hija doña Mayor.

III Marquesa de Flores Dávila, Mayor Ramírez de Zúñiga y Nieto, a la que sucede su hijo don Pedro.

IV Marqués de Flores Dávila, Pedro Diego de Zúñiga y de la Cueva, a quien sucede su hijo don Antonio.

V Marqués de Flores Dávila, Antonio de Zúñiga y de la Cueva Manrique de Silva, nacido en 1654, le sucede su prima cuarta doña Petronila, ambos descendientes del III señor de Flores Dávila.

VI Marquesa de Flores Dávila, Petronila de Zúñiga Palomeque y Pano nacida sobre 1653. A ella la sucede otro primo lejano, don Ignacio Antonio, ambos descendientes del II señor de Flores Dávila.

VII Marqués de Flores Dávila, Ignacio Antonio de Guzmán y Zúñiga Alarcón y Toledo, que nació el 10 de enero de 1725, II marqués de Almarza, a quien sucede su tío don Juan Antonio.

VIII Marqués de Flores Dávila, Juan Antonio de Guzmán y Anaya nacido sobre 1668, III marqués de Almarza, a este le sucede su sobrina doña Isabel María.

IX Marquesa de Flores Dávila, Isabel María Nieto de Silva Pacheco y Guzmán, VIII marquesa de Cerralbo, condesa de Alba de Yeltes y de Villalobos, fallecida en 1736, a la que sucede su hijo don Vicente.

X Marqués de Flores Dávila, Vicente de Moctezuma Nieto de Silva y Guzmán, IX marqués de Cerralbo, conde de Alba de Yeltes, IV marqués de Almarza, fallecido el 19 de mayo de 1752, le sucede su hermana doña María Manuela.

XI Marquesa de Flores Dávila, María Manuela de Moctezuma Pacheco Nieto de Silva y Guzmán, X Marquesa de Cerralbo, Grandeza de España de segunda clase concedida por Carlos III el 20.8.1780; V marquesa de Almarza, condesa de Alba de Yeltes, fallecida el 6 de junio de 1787. Le sucede su sobrino don Manuel Vicente.

XII Marqués de Flores Dávila, Manuel Vicente de Aguilera y Moctezuma Pacheco, IV conde de Casasola del Campo; XII marqués de Cerralbo desde 1789, Grande de España, marqués de Almarza, conde de Villalobos, de Alba de Yeltes, de Fuenrubia, y de la Oliva de Gaytán. Gran Cruz de Carlos III, nació el 2 de junio de 1741 y falleció el 2 de noviembre de 1795. Le sucede su hijo don Manuel Isidoro.

XIII Marqués de Flores Dávila, Manuel Isidoro de Aguilera y Galarza Moctezuma, XIII marqués de Cerralbo, marqués de Almarza, V conde de Casasola del Campo, de Alba de Yeltes, de Villalobos, de Peñalba, de la Oliva de Gaytán, de Foncalada y de Fuenrubia, nació el 2 de enero de 1762 y falleció el 3 de diciembre de 1802. Le sucede su hijo don Fernando.

XIV Marqués de Flores Dávila, Fernando de Aguilera y Contreras, XV marqués de Cerralbo, marqués de Almarza, marqués de Campofuerte, conde de Alcudia, conde de Casasola del Campo, conde de Villalobos, conde de Alba de Yeltes, conde de Oliva de Gaytán, conde de Foncalada y conde de Fuenrubia. Embajador en Sajonia, presidente del Consejo de Ordenes Militares, Caballero del Toisón de Oro, de Alcantara, de Carlos III, de San Jenaro, de la Corona Verde de Sajonia, Caballerizo y Ballestero Mayor de la reina Isabel II, nacido en 1784 y fallecido el 2 de mayo de 1838. Le sucede su hermano don José.

XV Marqués de Flores Dávila, José de Aguilera y Contreras, XVI marqués de Cerralbo, conde de Alba de Yeltes, conde de Fuenrubia, conde de la Oliva del Gaytán, marqués de Almarza, conde de Casasola, conde de Foncalada, conde de Alcudia y conde de Campofuerte que nació el 23 de septiembre de 1787 y fallecido el 25 de diciembre de 1872. Le sucede su nieto don Manuel.

XVI Marqués de Flores Dávila, Manuel de Aguilera y Gamboa, por renuncia de su hermano Enrique. Manuel nació el 25 de agosto de 1848 y falleció el 6 de febrero de 1899. Le sucede su hijo don Manuel.

XVII Marqués de Flores Dávila, Manuel de Aguilera y Pérez de Herrasti, nació el 15 de julio de 1877 y falleció el 23 de noviembre de 1925. Le sucede su hijo don Manuel.

XVIII Marqués de Flores Dávila, Manuel de Aguilera y Ligues, XVIII marqués de Cerralbo; nació el 7 de marzo de 1904 y falleció el 1 de junio de 1977. Le sucede la hija de su primo hermano Fernando de Aguilera y Abarzuza, doña Margarita.

XIX Marquesa de Flores Dávila, Margarita de Aguilera y Narváez. Orden de 9 de enero de 1998 por la que se manda expedir sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Real Carta de Sucesión en el título de Marqués de Flores Dávila, a favor de doña Margarita de Aguilera y Narváez.

Diego López de Zúñiga, I señor de Béjar. Mariscal y Justicia mayor de Castilla. Contrae matrimonio con doña Juana García de Leiva, señora de Hacinas, Quintanilla y Villavaquerín, hija de Juan Martínez de Leiva y de María Díaz de Ceballos. Diego testa el 29 de julio de 1397, volviendo a testar, codicilio, el 26 de febrero de 1417, poco antes de fallecer. Ambos sepultados en el monasterio de la Trinidad en Valladolid. Son padres de Pedro de Zúñiga y Leiva. Nacido en 1384. II señor de Béjar, sucesivamente I conde de Ledesma, Trujillo y de modo definitivo de Plasencia. Contrae matrimonio en 1395 con Isabel de Guzmán y Ayala, III señora de Gibraleón, hija de Alvar Pérez de Guzmán y de su segunda mujer Elvira de Ayala. Fallece en 1453. Pedro hizo construir su palacio en Plasencia en el castillo existente, conocido hoy en día como el Castillo Palacio del marqués de Mirabel. Son padres de Álvaro de Zúñiga y Guzmán. Nacido en 1400. III señor de Béjar desde 1453. I duque de Béjar desde 1485 y desde 1480 ya I duque de Plasencia. Titulado también II conde de Ledesma hasta 1440. Casa primero en 1427 con Leonor Manrique de Castilla, hija de Pedro Manrique de Lara, VIII señor de Amusco, y de Leonor de Castilla. Casa después en 1459 con Leonor Pimentel, hija de Juan Alfonso Pimentel y de Elvira de Zúñiga. Fallece el 10 de junio de 1488. Álvaro ordenó su enterramiento en la capilla mayor al lado del Evangelio de la iglesia de San Vicente Ferrer de Plasencia. Álvaro y Leonor Manrique son padres de Pedro de Zúñiga y Manrique, I conde de Ayamonte. Contrae matrimonio con Teresa de Guzmán, IV señora de Ayamonte, hija de Elvira de Guzmán y de Juan Alonso de Guzmán, I duques de Medina Sidonia. Fallece antes que su padre por lo no sucede en Bejar y su hijo que lo hace a su abuelo como II duque de Bejar .

Los Zúñiga pierden Ledesma que pasa a la Casa de Alburquerque.



El condado de Ledesma fue concedido por Enrique IV de Castilla el 23 de abril de 1462 a su valido don Beltrán de la Cueva, I duque de Alburquerque, I conde de Huelma y Gran Maestre de la Orden de Santiago. Su nombre hace referencia a la villa de Ledesma, en la provincia de Salamanca. Su actual propietario es Juan Miguel Osorio y Bertrán de Lis, XIX duque de Alburquerque.

Pedro de Estúñiga y Leiva, Stúñiga/Zúñiga, nació el año de 1384 en Valladolid y falleció en julio de 1453 en Valladolid, fue I conde de Ledesma, I conde de Plasencia, señor de Béjar, Miranda del Castañar, Cáceres, Trujillo, Curiel, Candeleda, la Puebla de Santiago, miembro de la Casa de Zúñiga, justicia mayor y alguacil mayor hereditario de Castilla, alcalde mayor de Sevilla.

Pedro recibió por privilegio real del 8 de diciembre de 1429 de Juan II la villa de Ledesma con el título de I conde de Ledesma. Como compensación a su fidelidad, Juan II por privilegio otorgado el 22 de octubre de 1440 le hace merced a Pedro de Estúñiga por juro de heredad con título de condado la ciudad de Trujillo, Cáceres, en compensación por la de Ledesma. El rey Juan II y la reina María prometen y aseguran dar a Pedro la villa de Plasencia con el título de conde de Plasencia en compensación de las de Ledesma y Trujillo por escritura de 23 de diciembre de 1441. El rey Juan II y la reina María mandan por escritura de 1 de enero de 1442 al consejo de la villa de Plasencia, Cáceres, que reciban y obedezcan como a su señor natural a Pedro de Estúñiga, que en virtud de la merced que el rey le ha hecho es conde y señor de ella. Por escritura de 1 de enero de 1442 se da testimonio de la posesión de la ciudad de Plasencia y sus términos por el conde de Plasencia Pedro de Estúñiga.

I Conde de la Oliva de Gaytán, el 18 de mayo de 1699 a don Diego José de Galarza y Suárez de Toledo Gaytán de Mendoza y Godoy, Señor de Torneros, Regidor Perpetuo de Cáceres, de Badajoz y de Talavera de la Reina y Procurador Sindico General perpetuo de Talavera de la Reina, poseedor del los Mayorazgos de Suárez de Toledo y de Gaytanes de Mendoza de la de la Camera y de otro de Godoy y Ponce de León de la ciudad de Córdoba, heredados de sus padres García José de Galarza Godoy y Ovando y Gracia Suárez de Toledo y Gaytán, Señora de la Oliva de Gaytán. Le sucede su hijo.

II Conde de la Oliva de Gaytán, Fernando de Galarza y Ovando, Regidor Perpetuo de la Villa de Talavera de la Reina, sin sucesión, le sucede su tío, hermano del I Conde.

III Conde de la Oliva de Gaytán, Francisco de Galarza y Suárez de Toledo, a quien sucede su hija.

IV Condesa de la Oliva de Gaytán, María Cayetana de Galarza y Brizuela, Condesa de Foncalada , V Condesa de Fuenrubia y Condesa de Peñalva.
Sucedió en el Condado de Peñalva a Juana de San Clemente Monroy y Meneses, Condesa de Foncalada, de Peñalva y del Sacro Romano Imperio, que murió sin sucesión. Dado que era la sexta nieta de Antonio de Meneses y Ulloa. A María Cayetana sucede su nieto.

V Conde de la Oliva de Gaytán, Fernando de Aguilera y Contreras, XV Marqués de Cerralbo, XIV Marqués de Flores Dávila, Marqués de Almarza, Marqués de Campofuerte, VIII Conde de Alcudia, Conde de Casasola del Campo, Conde de Villalobos, VIII Conde de Alba de Yeltes, Conde de Foncalada y Conde de Fuenrubia. Embajador en Sajonia, presidente del Consejo de Ordenes Militares, Caballero del Toisón de Oro, de Alcántara, de Carlos III, de San Jenaro, de la Corona Verde de Sajonia, caballerizo y ballestero mayor de la reina Isabel II. Jefe político de Madrid durante un trienio liberal. Le sucede su hermano.

VI Conde de la Oliva de Gaytán, José de Aguilera y Contreras, XVI Marqués de Cerralbo, con grandeza de España; IX Conde de Alba de Yeltes; Conde de Fuenrubia; Marqués de Almarza; Conde de Casasola; XV Marqués de Flores Dávila; Conde de Foncalada; IX Conde de Alcudia, con Grandeza de España y Marqués de Campofuerte.
Alférez Mayor de Burgos, Ciudad Rodrigo y Aranda de Duero. Caballero veinticuatro de Salamanca y de Granada. Gentilhombre de Cámara.
La sucesión correspondía a su nieto, Enrique de Aguilera y Gamboa, pero esté cede sus derechos a su hermana María Francisca.

VII Condesa de la Oliva de Gaytán, María Francisca de Aguilera y Gamboa. Real carta de sucesión en el título de Conde de la Oliva del Gaytán, por la renuncia que de su derecho le hacen sus hermanos D. Enrique, Marques de Cerralbo y D. Gonzalo, el 13 de septiembre de 1876. Sucede su hijo.

VIII Conde de la Oliva de Gaytán, Virgilio Marín de Aguilera, a quien sucede su hijo.

IX Conde de la Oliva de Gaytán, Juan Francisco Martín de Aguilera y Arenales










jueves, 27 de enero de 2011

Cosas y Gentes de Cuenca. "La ciudad de las cien torres", y de las Cien Leyendas.

Lo que resta de la Casa- Palacio de los Hurtado de Mendoza, marqueses de Cañete, se encuentra en el recinto de los que fue el Alcázar de Cuenca con vistas a la calle Alfonso VIII, con rasgos de tipología de casa aragonesa urbana.

Era famoso por estar en lo eminente de la ciudad, que parece atalaya della. Desde este edificio corre un pasadizo, que le junta con otras casas de los mismos dueños, que llaman las Antiguas. Y por un lado de la pared se ve subir un golpe de agua mas de ocho estados de alto, y dividirse en dos para dar agua a las fuentes de ambas casas. Y es cosa de maravillar, ver, que por una parte, que sale a la calle, que llaman de la Correduria ay algunas casas pertenecientes a los mismos Marqueses, que tienen quatro, y cinco quartos, y en lo eminente dellas un jardin con su fuente, como se dice de los muros de Babilonia.

La moderna Casa de la Moneda, 1661-1728, estaba en unas huertas que con su agua fueron compradas a la orden de Santiago por 50.000 reales en la orilla izquierda del Júcar en las proximidades de la puerta de Huete de la muralla medieval de Cuenca, cerca de donde el Huecar da sus aguas al Júcar. "La vieja" del siglo XI, estaba situada en el al-Qacar hispano-árabe, donde queda tras la conquista cristiana. En el antiguo Alcázar árabe donde estaban las casas del marqués de Cañete. En los siglos XV y XVI sus dependencias se desperdigan por calles y plazas próximas. "era fácil inundar con las aguas del río Huécar la llanura que ahora son arrabales, haciéndola inaccesible por aquella parte"

La Puerta de Valencia de la muralla es la zona de acceso de la ciudad nueva a la vieja, del llamado extramuros a intramuros de Cuenca. Desde la Puerta de Valencia podemos ver ya uno de los dos ríos de la ciudad: el Huécar. Calle Puerta de Valencia. Aquí, el barrio de San Francisco, donde podemos ver la portada barroca del Convento de la Concepción Franciscana, o Convento de las Concepcionistas llamado de la Puerta de Valencia. Se le conoce por este último nombre al situarse al lado de donde antes estaba dicha puerta, hoy totalmente desaparecida. Fue construido en 1504 por don Álvaro de Sotomayor sobre una antigua casa templaria.

Desde la anteplaza del Ayuntamiento sale una ruta que nos permite visitar “Las Blancas”, nombre popular del fabuloso Convento de las Santísimas Esclavas del Santísimo Sacramento y una visita que no podemos perdernos. Más adelante, tras subir la preciosa escalinata adyacente al convento llegamos a la preciosa Plaza de la Merced, donde encontramos tres de los monumentos más importantes de la ciudad, el Convento de la Meced y la Iglesia de la Merced, originales del s. XVI, el Museo de las Ciencias, antiguo asilo de ancianos del s. XVIII, y el edificio del Seminario Conciliar de San Julián;
Seminario Conciliar de San Julián. Edificio construido sobre los restos del Palacio del Marqués de Siruela, en 1975, bajo los auspicios del obispo José Flores Osorio. Destaca su gran portada barroca y el retablo gótico, obra del Maestro de Horcajo. Adyacente al Convento de la Merced
Iglesia y Convento de la Merced. Construido en el siglo XVI fue en su origen convento de mercedarios. Posee dos portadas, ambas de estilo barroco. De las dos, la más pequeña, da acceso al convento de clausura de las Esclavas del Santísimo Sacramento. En esta fachada se puede contemplar un escudo de los Hurtado de Mendoza, una de las familias más importantes de la ciudad. Adosada a ésta, se encuentra la otra portada, la más espectacular que corresponde a la de la Iglesia. Distribuida en dos pisos, en ella vuelve a aparecer el escudo de esta familia, a la que perteneció el solar en el que anteriormente se levantaba un palacio gótico de su propiedad. Este convento fue el lugar en el que permaneció desterrado, durante tres años, fray Gabriel Téllez, conocido como Tirso de Molina. El escritor escribió aquí su obra "La Prudencia en la mujer". Plaza de la Merced.
En 1684 abandonaron los mercedarios su retiro de la Fuensanta- junto al Huecar y no lejos del actual hospital Virgen de la Luz- y del Campo de Futbol, lamado así; de la Fuensanta-donde vivido habían casi durante tres siglos. En su iglesia la capilla mayor la costearan hacia 1427 Sancho de Járava y su mujer María de Toledo. Se trasladaron a la magnfica residencia del marqués de Cañete en el barrio del Alcázar, junto á la cual se edificó más tarde el seminario de San Julián. Fundó este seminario en 1584 el obispo don Gómez Zapata, en 1628 lo trasladó don Enrique Pimentel a unas casas situadas detrás de San Pedro, y en 1745 lo edificó don José Flórez Osorio tal como ahora está sobre las del marqués de Valverde. Las del marqués de Cañete, antes de establecerse en ellas los mercedarios, eran grandiosas según la descripción de Mártir Rizo, con cuatro ó cinco pisos, jardines y fuentes.

Museo de Ciencias de Castilla-La Mancha
. Abrió sus puertas a finales de los 90. En la Plaza de la Merced.

En el numero 87 de esta calle-de Alfonso VIII-foto- se alza la Casa del Corregidor, o Cárcel Vieja
, palacio del siglo XVIII, de planta rectangular; que presenta tres alturas a esta calle y alero de madera policromado a la hoz del Huécar. Es un bello edificio palaciego, pesé a su apariencia abandonada, de planta rectangular y fábrica de sillería, que data del siglo XVIII. A principios del siglo XVI, la residencia o casa del corregidor estaba situada en el barrio del Alcázar y también servía como cárcel. En torno a 1541 el Concejo acuerda construir una nueva cárcel. Esta cárcel real fue demolida a mediadas del siglo XVIII, y en el solar que aquélla ocupaba se erigió el edificio que hoy subsiste.

José Martín de Aldehuela
, el maestro turolense con tanta presencia en Cuenca y su provincia, diseño un edificio de tres plantas en la fachada principal, que se convierten en siete en la posterior, separadas por cornisas. En los ángulos dispone cadenas de sillares fingidos. Los huecos están armónicamente distribuidos, aunque en el lado izquierdo fue necesario acercarlos; su número, cinco por planta, permite que haya un claro eje central, configurado por la portada; en el balcón campea el escudo de España, que irrumpe en el piso alto hasta el alféizar de la ventana. El predominio del eje central queda resaltado aún más por la ornamentación de los huecos, frente al tratamiento plano que se da al resto y por el mayor vuelo de la cerrajería del balcón, apoyado sobre jabalcones.
Tiene un amplio zaguán, con dos pilares, del que arrancan dos escaleras: Una, pequeña y estrecha, nos conduce a los sótanos, que es donde estuvo instalada la cárcel, y otra, que tiene cierta prestancia, nos lleva a la que fue vivienda del Corregidor.
Nacido en 1719 en la localidad turolense de Manzaneda, el arquitecto José Martín de Aldehuela viajó a Cuenca en torno al año 1750, y en esta capital permaneció hasta 1778.

En la Cuenca de comienzos del siglo XVI, desde la puerta de Huete se toma la calle principal-Alfonso VIII- de Cuenca que ascendía paralela a los puntos altos del collado, en los que se situaban los antiguos edificios medievales. En la costosa subida, a más del resuello, no pocos perdían la bolsa y hasta la vida. Precisamente, hacía tan sólo unos días que, en una de las casas de la empinada calle, frente a la puerta de San Juan, Doña Inés de Barrientos había envenenado a trece capitanes comuneros, tras invitarles con engaños a una cena. Al parecer, habían afrentado gravemente a su esposo, Don Luis Carrillo de Albornoz. El duro ascenso -habitualmente lúgubre y peligroso tras la puesta de sol- contaba con el horror añadido de trece cabezas colgadas en los balcones de la casona de Doña Inés.
Casa de los Clemente de Aróstegui. Es una de los más bellos ejemplos de arquitectura civil con los que cuenta la ciudad de Cuenca. Se trata de una gran casa-palacio de planta irregular, balcones y un conjunto espléendido de rejas, que data del siglo XVII. Campean su fachada dos escudos nobiliarios. Calle Alfonso VIII. Fachada principal de tres alturas y la trasera de cinco, con balcones y escudos nobiliarios repartidos regularmente.

La Casa de los Albornoz o Cuarterón. Fue el lugar en el que probablemente nació en 1300 el obispo Gil Carrillo de Albornoz. Fue una de las familias con más presencia y poder en Cuenca y su provincia.
Próxima a la de sus parientes los Cañete y los Priego.

La residencia habitual del linaje Hurtado de Mendoza era el palacio urbano que se levantaba en la collación de Santa María la Nueva, el antiguo alcazar y la antigua judería, lugar de residencia de familias acomodadas, así como lo era la actual calle de Áfonso VIII, sobre cuya acera izquierda se levantaba el Alcazar y luego juderia, y la de San Pedro su prolongación desde la Plaza Mayor al Castillo. Éstas dominaban sobre barrios enteros con sus inmuebles, donde residía el resto de miembros de su linaje y su clientela fiel. Desde la plaza de la Picota, ahora plaza Mayor, hacia el oeste, ascendía una cuesta que llegaba hasta la Casa de la Moneda —Cuenca era una de las seis cecas castellanas— y el palacio gótico de los Mendoza, construido sobre las peñas de la hoz del Júcar. La casa estaba estaba flanqueada por torres angulares rematadas en chapiteles y su fachada principal tenía muchos balcones, aunque el inmueble presentaba un aspecto austero y cerrado, casi militar; los huecos eran escasos y la decoración nula, por lo que mostraba su
áspera mampostería. Otros edificios contiguos también eran propiedad de los Mendoza; una casa fuerte daba a la calle Correría, eje central de la ciudad, calles Alfonso VIII y San Pedro, que comunicaba la puerta de Huete con la plaza de la Picota, apoyada contra los paramentos de las antiguas murallas que abrazaban el barrio del alcázar. También consta en la documentación concejil que, a comienzos del siglo XV, Diego Hurtado de Mendoza estaba adscrito a la collación de Santo Domingo, situada al sur de la ciudad y junto a El Salvador.

La imagen externa del linaje rayaba en la ostentosidad, centrada en los excesivos gastos para sostener clientelas de numerosos servidores o escuderos, así como en los lujos destinados a las vestimentas, adornos, comidas y fiestas.

Otros linajes también disfrutaban de una posición social distinguida en la vida urbana de Cuenca. Tal era el caso de sus parientes y vecinos los Albornoz y los condes de Priego.

Durante la revuelta de las Comunidades en 1520 Luis Carrillo de Albornoz, señor de Torralba y Beteta, y su mujer doña Inés de Barrientos intervinieron a favor del regidor Cristóbal Baquero, a quien las turbas quisieron derribar sus casas. Yendo Luis Carrillo en una mula por la calle, se
le puso en las ancas “uno de la comunidad” diciéndole: “Anda, Luis Carrillo, ya somos iguales” y otras bufonadas. Su mujer, Inés Barrientos, vengó la injuria invitando a cenar a los capitanes de los comuneros, cargándoles de vino y llevándoles a dormir a aposentos separados, donde los criados los colgaron de las ventanas.

Hija natural de Juan Hurtado de Mendoza, I marqués de Cañete- muere en 1490-, y Elvira Rabanel es María Manrique. Casa con Pedro de Barrientos, I señor de Valdecabras en Cuenca, Serranillos en Avilla y Fuentelsaz en Guadalajara, hijo natural de Lope de Barrientos, obispo de Ávila, Segovia y Cuenca, con importantes herdamientos en tierras de Cuenca y Ávila. Para algunos sobrino. Padres de Inés, Ana de Barrientos, señora de Valdecabras y Serradilla que casa primero, con sucesión, con su tío Luis Hurtado de Mendoza y Barrientos, señor de la Frontera y Beamud, hermano de su madre, y después con Luis Carrillo de Albornoz y Mendoza, señor de Torralba, Beteta y Casa de Rivagorda, alcalde mayor de los Hijosdalgos de Castilla, señor de Albornoz, hijo de Pedro Carrillo de Albornoz, señor de Torralba, Beteta- señor de Albornoz- y de Ocentejo, alcalde mayor de los Hijosdalgo de Castilla, y de su prima segunda Mencía de Mendoza, hermana del II conde de Tendilla y I marqués de Mondéjar, prima hermana del II duque del Infantado. Eran los Cañete y los Albornoz vecinos en Cuenca.

Fernando Carrillo de Mendoza, VII conde de PRIEGO, señor de Escavas y Cañaveras, señor de las escribanías públicas, del pontazgo y de las penas de cámara de la ciudad de Guadalajara, embajador del rey Felipe II en Portugal, Asistente de Sevilla, Mayordomo mayor de Juan de Austria, con quien se halló en Lepanto, muerto en 1579, caa con Juana de Cárdenas, hija de Luis Carrillo de Albornoz, señor de las Casa de Albornoz, señor de Torralba y Beteta, Alcalde de los Hijosdalgo de Castilla, y de Inés de Barrientos Manrique, hija de Pedro Barrientos, señor de Valdecabras, hermano- puede que hijo natrual de Luis de Barrientos, obispo de Cuenca y Avila. Padres de
  • Luis,VIII conde de PRIEGO. Muere soltero en 1589, un año despues de su padre.
  • Pedro, IX conde de PRIEGO, que seguirá.
Calle de San Pedro. Calle señorial donde las halla, fue la calzada principal del primitivo núcleo de Cuenca. En ella se ubicaban las casonas nobiliarias a las que se accedía generalmente, por una gran portalón de madera claveteada y en ellas se distinguen portadas timbradas con escudos, amplios balcones y ventanas con magnífica rejería. Además de estas casas palaciegas, podemos encontrarnos diversas iglesias y conventos en este paseo imprescindible. Calle San Pedro, calle que desde la Plaza Mayor nos lleva la iglesia de San Pedro en la parte alta de la Ciudad. Luego la calle del Trabuco y la plaza del antiguo Castillo.
Calle Alfonso VIII La calle principal de acceso a la Plaza Mayor tomó forma definitiva a lo largo del siglo XVIII. En ella se conservan dos magníficas casonas, del XVII, situadas frente a la escalera de la Plaza del Carmen. Una es la Casa del Corregidor, de planta rectangular, fábrica de sillería en esquinas y noble estructura, pese a su descuido actual. La otra es la casa-palacio de los Clemente de Aróstegui, con muy buena rejería y dos blasones a la altura del balcón principal.
El Caserón del Carmen, un edificio de viviendas del siglo XIX, de forma rectangular y con fachada de estilo neoclásico.
Casa de los marqueses de Priego, construcción del siglo XV, con fachada sumamente limpia, con interesante alero, rejería del siglo XVII y un importante escudo gótico enmarcado por alfiz.
Palacio de los condes de Toreno. Señores de en Cuenca de Valparaíso de Abajo. Edificio de los siglos XIII - XV y reformado en el XVII, que fue residencia de Enrique de Trastámara, y posteriormente de otros nobles y artistas. Tiene fachada a la calle y a la plaza, así como jardin a la ronda del Júcar. Planta rectangular y tres alturas, zaguán y caja de escaleras típica de las casas-palacio, y una composición en fachada que resalta la importancia del piso principal, además de grandes huecos recercados con estructura clásica de frontones. Tenián los Toreno capilla en la iglesia de San Pedro. Edificada con la primera reconstrucción del templo a comienzos del siglo XVII. Durante la Guerra de Sucesión, en 1700, volvió a ser destruida la iglesia, para ser renovada posteriormente por el arquitecto José Martín de Aldehuela.

Antes de llegar a “la Correduría”, zona de comercios en la calle Alfonso VIII, estaba la desviacíón hacia el Alcázar. Este era un gran recinto fortificado que se hallaba dominado por la Torre de Mangana, un viejo alminar de las congregaciones árabe y judía. Cercana al Alcázar, se encontraba la casa del Corregidor.

La Casa del canónigo Juan del Pozo. Destaca su portada adintelada de sillería. Este es el elemento más importante de la casa que sirvió de morada al Canónigo Juan del Pozo, fundador y mecenas del Convento de San Pablo y del puente del mismo nombre. De Pedro del Pozo es la casa donde se funda el convento de jesuitas en la calle de San Pedro.
El puente de San Pablo fue edificado en piedra a mediados del siglo XVI, estaba formado por cinco arcos apoyados en pilares muy toscos, en forma de torres, de las que aún quedan en pie algunos restos. Desde el XVIII fue sufriendo un proceso de ruina que concluyó con su derribo total a finales del XIX. En 1902 se levantó la actual pasarela, el más significativo ejemplo existente en Cuenca de la arquitectura del hierro propia de la época. Tiene una altura aproximadamente de 60 metros.
LA CAPILLA DE POZO O DE SAN ROQUE. Fue fundada por el canónigo Juan del Pozo en 1503, en el lugar contiguo del Transparente y trasladada a su emplazamiento actual en el siglo XVIII. Dispone de una reja y un altar de estilo góticos, según proyecto de Juan Francés, en 1511. El retablo es obra de Gonzálo de Castro de comienzos del siglo XVI. La talla central del retablo que representa la Asunción de la Virgen fue trasladada al Museo Diocesano y fue sustituida por la de San Roque. El retablo contiene numerosas pinturas de óleo sobre tabla.
El fundador del convento de Cuenca fue enterrado al año siguiente en el crucero de la iglesia. El sepulcro estaba cubierto con una lápida de piedra blanca con la figura del difunto y la siguiente inscripción. “Aquí está el cuerpo del indigno canónigo Juan del Pozo primero fundador de esta casa y monasterio, pide y ruega por reverencia de Nuestro Señor Dios le supliquen haya misericordia de su ánima, murió año de 1539 a 5 de noviembre”
La Posada de San José en la corta calle de Julian Romero que por detrás de la Catedral une la Plaza Mayor con la calle de San Pedro fue el antiguo Colegio de los Infantes de Coro de la Catedral. Vivieron en él Juan Bautista del Mazo y su mujer, hija del pintor Velázquez, que venía a visitarlos con regularidad. Se cree que Velázquez pudo realizar uno de sus primeros bocetos de Las Meninas en alguna de las salas de esta casa. Actualmente se ha acondicionado como hotel.
La Casa Curato, junto al Palacio Episcopal y al Museo Diocesano, es un ejemplo de arquitectura medieval popular conquense. Reformado hace pocos años para acoger la instalación del Museo Provincial, y en cuyo interior conserva dos lienzos de mampostería con arcada gótica. En la muy cercana calle del Clavel, detrás de la Catedral, se alza una casa de viviendas del siglo XVIII, que tiene dos niveles diferentes de entrada, balcones y ventanas con una importante rejería, zonas de sillería y un enfoscado con pintura de color azul muy característico.
La Casa de los Albornoz o Cuarterón. Fue el lugar en el que probablemente nació en 1300 el obispo Gil Carrillo de Albornoz. Fue una de las familias con más presencia y poder en Cuenca y su provincia.
La Audiencia Vieja. La Audiencia Real Se trata de una casona del siglo XIX que fue totalmente restaurada y que en la actualidad acoge el Conservatorio de Música. Calle Palafox.

Auditorio
. Se construye en la piedra caliza del cerro del Socorro, en la hoz del Huécar, siguiendo el proyecto de García de Paredes. Cerro del Socorro, hoz del Huecar.

Las Quinientas
. Destacan por formar un racimo de viviendas de dos plantas, muy visitadas por los turistas. De los años 60 del siglo pasado. Populosa barriada del “Obispo Laplana”, conocida popularmente por “Las Quinientas”. Junto al Huecar al final de la Avenida de los Reyes Católicos.

Jardín de los Poetas. Se ha instalado este parque en el claustro de la antigua Iglesia de San Gil
, hoz del Huecar, de la que solo queda en pie, su torre y la portada de acceso. Recibe su nombre a instancias del poeta conquense Federico Muelas. En este parque, sobre los cimientos del mencionado claustro se han celebrado distintos recitales de poesía. Barrio de San Gil.
Casa de las Rejas. Pósito o Almudí. Construido para Posito Real, fue una excelente muestra de la arquitectura civil barroca que caracterizó a Cuenca. Hace esquina con una de las caras del Convento de las Monjas Benitas y data del siglo XVI. Su planta rectangular se distribuye en dos alturas y reúne los principales elementos de este tipo de arquitectura tales como su portada clásica, su rejería y sus escudos. Fue restaurado en el siglo XVIII. A lo largo de su historia ha desempeñado muchas funciones. Ha sido museo, gimnasio y conservatorio. En la actualidad es utilizado por el Ayuntamiento como sala de exposiciones.

Cruzando el puente romano del Canto, sobre el verde río Xúcar, Vad o Guad-el-Xúcar se llegaba a extramuros de la ciudad, al barrio de San Antón
. Este había tomado el nombre de su hospital principal, aunque había otros hospitales aledaños como el de San Lázaro, el de San Jorge o el de Belén. Los familiares de los enfermos habían ocupado la antiquísima barriada y se malganaban el sustento como herreros, olleros o curtidores.


La Casa Curato de San Antón
, una sencilla edificación del siglo XIX, y el puente de San Antón, de dos ojos de medio punto sobre el río Júcar, que sustituyó, en el siglo XVIII, a otro mucho más antiguo, de origen, al parecer musulmán. Era el puento del Canto.
El hospital de San Antón había sido fundado en el siglo XIII por un grupo de seglares franceses procedentes de la Motte-Aux-Bois. Se construyó junto a una abandonada ermita templaria. El hospital estaba especializado en el tratamiento del “ignis sacer” o “fuego sagrado”. Esta enfermedad, que había devastado Europa, era conocida comúnmente como “fuego de San Antonio” pues, según la creencia popular, la invocación del nombre de este cenobita proporcionaba algún alivio a los que la contraían.

En el siglo XII aparecen en España focos del “mal de San Antón” o “fuego sagrado”, “mal de los ardientes”, “fuego infernal” o “fuego de San Antonio”. En el año 1214 vino a España la Orden de San Antón (o antoninos) para atender a estos enfermos, que, como es sabido, sufrían brotes de ergotismo producidos por el cornezuelo del centeno, a los que dada la aparición en focos, se les consideró contagiosos. La primera casa para estos enfermos se estableció en Castro Xeriz (Castrojeriz, en Burgos). Misteriosas dolencias que afectaban a familias enteras, lo cual ocurría en determinadas épocas del año, coincidiendo con la confección del pan, preparado con los “cuernos” del centeno. Se la llamaba “enfermedad de los pobres”. El control de las epidemias del fuego de San Antonio fue relativamente sencillo, en cuanto se comenzó a prevenir la ingestión de centeno contaminado,
Los antonianos procuraban controlar los alimentos en los mercados.Contaban con una eficaz medida preventiva que consistía en la elaboración de los humildes “panecillos de San Antón”, de fama más que justificada: al purgar de cornezuelos la harina de estos panes, con ello conseguían salvar la vida de muchos pobres.
Hace unos mil años, una rara epidemia de locura azotó Europa. Las víctimas de esta enfermedad sufrían lo indecible. Además de tener alucinaciones terroríficas, sus piernas y brazos se volvían negros y poco después sobrevenía la gangrena. Dichas extremidades gangrenosas podían ser arrancadas del cuerpo sin que se presentara el menor sangrado. La enfermedad fue llamada Fuego de San Antonio debido a que muchos de los síntomas recordaban el martirio que sufrió el santo cuando se fue a orar al desierto. La causa de la enfermedad estaba en el centeno. El pan preparado con éste grano solía estar infectado con un hongo, el cual causaba los síntomas.

En San Antón estaba la pequeña figura de una Virgen conocida bajo las advocaciones de Nuestra Señora de la Luz o del Puente. Una virtud prodigiosa de la imagen mantenía aquel lugar como el más devoto de la ciudad. Se le atribuían grandes poderes miraculosos sobre la salud y la enfermedad y esto era de sumo interés para Torralba. Tras una de las reconquistas de la ciudad a los árabes se construyó en el barrio una ermita para su culto.


Cuenca en el siglo XVI. Desde la puerta de Huete se tomababa la calle principal de Cuenca que ascendía paralela a los puntos altos del collado, en los que se situaban los antiguos edificios medievales. En la costosa subida, a más del resuello, no pocos perdían la bolsa y hasta la vida. Precisamente, hacía tan sólo unos días que, en una de las casas de la empinada calle, frente a la puerta de San Juan en la muralla del Alcazar, Inés de Barrientos había envenenado a trece capitanes comuneros, tras invitarles con engaños a una cena. Al parecer, habían afrentado gravemente a su esposo, Luis Carrillo de Albornoz. El duro ascenso -habitualmente lúgubre y peligroso tras la puesta de sol- contaba con el horror añadido de trece cabezas colgadas en los balcones de la casona de Doña Inés. Antes de llegar a “la Correduría”, una zona de comercios que continuaba la calle, esta la desviacíon hacia el Alcázar. Este era un gran recinto fortificado que se hallaba dominado por la Torre de Mangana, un viejo alminar de las congregaciones árabe y judía. La Torre se atribuía por inercia a los constructores árabes. Cercana al Alcázar, se encontraba la casa del Corregidor. Debajo de esta casa estaba la caverna escondida en el interior de la peña sobre la que se asentaba el Alcázar y otros edificios colindantes. Desde la enorme oquedad, podía descenderse por pasadizos a los arrabales, extramuros de la ciudad, o a las profundidades de la Plaza de Santa María la Mayor - la catedral-, Plaza Mayor o de la Picota. Recordemos que existía precisamente en el Alcazar la iglesia de Santa Maria la Nueva- luego de Gracia-, antes la sinagosa judia y tal vez antes una mezquita. Desde el subsuelo de la Plaza nuevos pasadizos ascendían hacia el castillo situado donde, casi, se juntaban las dos hoces en lo más alto de Cuenca. De este modo, quedaban comunicadas subterráneamente las dos fortalezas del casco medieval. Se amparaban así, sus defensores, de las torres y máquinas con que los ejércitos enemigos los hostigaban desde los cerros de la Majestad y del Socorro. Aquellas arterias secretas eran tan amplias que contaban con rotondas para permitir la circulación de carruajes en su interior. Los pasadizos denumerosas edificaciones incrementaban la red original hasta convertirla en una auténtica ciudad interior. Podía recorrerse Cuenca, de un extremo a otro, sin necesidad de salir al exterior.

Tenues quejidos y ruidos de cadenas confirmaban que en algún lugar recóndito de aquel laberinto se hallaban las famosas cárceles secretas de la Inquisición conquense. Unos incalificables sucesos conmocionaban, desde hacía meses, la ciudad: numerosos niños eran encontrados asfixiados al amanecer. Unas pocas viejas -que vivían en el barrio de la Calle de la Moneda y la Puerta de Valencia- habían sido acusadas formalmente de brujería y de ser las causantes, por métodos innombrables, de tan horrendas muertes. Se decía, aunque esto no había sido comprobado en absoluto, que tras matarlos les arrancaban las vísceras para utilizarlas en la fabricación de sus maléficos ungüentos. El caso no estaba claro porque, entre otras razones, los supuestos crímenes se sucedían a pesar de haber encarcelado a todas las presuntas responsables.

En todos y cada uno de los treinta y cuatro mesones de la ciudad se conocía sobradamente el asunto que constituía, prácticamente, el único baturrillo de sus paisanos.

La sede principal, entonces, de la Inquisición estaba en las casas episcopales anexas a la Catedral. Aquí estaba María Monxa, apodada “La Lorenza” por ser su esposo Lorenzo de Atienza. Águeda de Beamud, viuda de segundas nupcias al servicio del racionero Diego Alonso de Cañete; y a Illana de Peñalver, mujer de Rodrigo de Zárate; y a la “Pastora” que vivía entre la Puerta de Valencia y la calle de la Moneda. Aquellas pobres mujeres no eran más que parteras y ensalmadoras que, a cambio de un poco de alimento o algo de ropa usada, ejercían de curanderas con sus remedios y oraciones. Sus enfermos unas veces sanaban y otras morían como, por otra parte, les ocurría invariablemente a los que caían en manos de los médicos. Cierto que habían recibido muchasacusaciones pues su forma de vida asustaba a los convecinos. Cierto que, muchas noches, las habían sorprendido juntas danzando y cantando indecorosamente por las calles, aunque aquella conducta obedecía más al mucho vino que a algún demonio.

Las muertes de los niños que se les atribuían respondían a una causa muy simple: morían asfixiados por el propio peso de sus madres, mientras dormían con ellas. El riesgo era evidente por la conocida e inevitable costumbre, en las familias pobres, de dormir muchos de sus miembros en la misma cama. Bien que algunas habían confesado bajo tortura, pero era requisito indispensable que luego firmaran la confesión, sin ella y -llegadas a este punto- todas se retractaban. El descuido en la crianza de los hijos, por parte de madres negligentes, podía ser la causa de alguna muerte aislada ya que, de hecho, así sucedía de cuando en cuando en todas las épocas. Más en modo alguno explicaba esto la sumación y coincidencia en el tiempo de todas aquellas terribles muertes. Los niños fallecían por una epidemia de angina sofocante o “garrotillo”. Se trataba de una enfermedad más que conocida, aunque sin tratamiento por el momento, capaz de matar en tres cuartas partes de los casos. El único dato que no encajaba en el cuadro clínico, las contusiones en los cuerpos de los niños, era del todo entendible sin la intervención de fuerzas infernales. Muchas madres, aterradas al hallar los cadáveres de sus hijos, recurrieron a las curanderas. Las intempestivas e inútiles maniobras de reanimación que en alguna ocasión se aplicaron habían causado dichas lesiones. Las propias madres, frustradas ante la impotencia, eran las principales acusadoras de aquellas a las que habían solicitado socorro. Aquella enfermedad podía tener como origen último un “miasma” semejante al que causaba la peste, una materia o hedor originados por procesos de putrefacción en el aire y en el agua.

El pueblo de Cuenca, terco y soliviantado, no admitiría una absolución. A todas aquellas mujeres se les darían cien azotes públicos y, la que sobreviviera, sería desterrada para siempre de la diócesis. A todas menos una, llamada María de Moya, cuya evidente falta de juicio y sus intentos frustrados de suicidio aconsejaban dejarla en suspenso el proceso. Aunque no hubiese podido demostrarse culpabilidad en estas mujeres, persistía sobre ellas la “vehemente sospecha” que, por sí sola, justificaba el castigo.

Por la calle de Pilares, ahora Severo Catalina, se ascendía, también, a la Plaza de Santa María de Cuenca que hacía las veces, ya de mercado o improvisada plaza de toros, ya de sitio principal de reunión para lo que hubiera menester. Un alarido era señal de que otra criatura había sido encontrada asfixiada y que aquel grito atroz era el llanto sin par de su madre. Junto a la plaza Mayor, es la calle estrecha que discurre a la derecha, según subimos, paralela a la plaza y a un nivel inferior. Desde la calle Pilares y por un precioso paseo se desciende a la ermita de Nuestra Señora de las Angustias, junto al río Jucar, patrona de la diócesis y de gran devoción popular. Es un edificio pequeño, de carácter popular, construido en el siglo XVII sobre otro anterior. Es tradición, besar el manto de la Virgen el Viernes de Dolores. En la Plaza Mayor, coronando la Catedral está la torre de Giraldo. En el año 1902, se produjo el desplome de la torre de Giraldo que provocó enormes destrozos en la fachada por lo que hubo que reconstruirla, en estilo neogótico, según proyecto de Vicente Lámperez. Fue Giraldo de Flugo el escultor de una imagen de alabastro de la Virgen que estaba situada en el Coro.
LA CAPILLA DE SAN MARTÍN. Fue fundada por el canónigo Martín de Huélamo a mediados del siglo XVI. Dispone de una reja forjada, obra de Hernando de Arenas y realizada en 1548. El retablo de esta capilla está dedicado a San Martín en estilo plateresco con medallones realizados en alabastro por Giraldo de Flugo, en el que se combinan la madera policromada, la pintura sobre tabla y el alabastro. Bajo el arcosolio se encuentran los sepulcros de los Montemayor, traidos de la iglesia de Santa Maria la Nueva o de Gracia, antes la sinagoga de Cuenca . Familia de converos algunos de cuyos miembros estaban enterrados en su capilla de la sinagoga, arruinada y demolidada a comienzos del siglo XX.

Giraldo de Flugo, fue un entallador escultor del renacimiento español, influido por Alonso Berruguete y que trabajó con Pedro de Villadiego en la iglesia de Tarancón y volvió a hacerlo en 1558 en el retablo de la iglesia de Zafra de Záncara y también en el retablo de la iglesia de Santa Eulalia, de Villares del Saz. Villadiego se encargaba de la traza y arquitectura del retablo y Flugo labraba las imágenes. En la capilla de San Martín de la catedral de Cuenca, se encuentra un retablo atribuido a Giraldo. Está dedicado a san Martín, por lo que su imagen tallada en madera se encuentra en el centro y en los intercolumnios realizadas en alabastro están las figuras de San Pablo, San Pedro, San Andrés y San Cristóbal. También existe de su autoría una escultura en alabastro de la Virgen María en la misma catedral. El escultor Tomás Vázquez le traspasó en 1577, dos obras: un pequeño retablo de san Miguel para la población de Sacedón y una caja en las que tenía que labrar en las puertas un san Fabián y una imagen de la Virgen, para Mohorte
Conjunto de las Casas Colgadas. Sobre la cortada del Huécar; se hallan las Casas Colgadas, edificios emblemáticos de la ciudad, cuyo origen y traza medieval de los siglos XIII-XIV han sido muy reformados en nuestro siglo, que exhiben sus renovadas balconadas de madera, mampostería vista y ménsulas superpuestas de piedra, y se utilizan como restaurante.
La Casa de la Sirena es un edificio de tres plantas, de carácter popular; con entramado visto de madera y mampostería enfoscada, utilizado para servicios, cocina, etc., del mesón de las Casas Colgadas.
La Casa de Rey es otra construcción medieval de los siglos XIV-XV, igualmente reformada en el siglo XX para adaptarla a un nuevo uso; se trata de un edificio gótico popular; y un fragmento del Huécar con balcones a la hoz en cuyo interior se conservan restos constructivos originales de pintura mural al que se le ha añadido una portada renacentista muy bella, procedente del palacio de Villarejo de la Peñuela, además de albergar la valiosa colección del Museo de Arte Abstracto Español reunida por el pintor Fernando Zóbel.

En el barrio de San Martín, colación de la parroquia de San Martín, además de las Casa Colgadas se encontraba el palacio de los Gómez Carrillo. Luego señores de Albornoz.
Levantado sobre el solar de lo que fueron casas de la familia del condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo que lo fue hasta 1473. Eran los Lucas de Iranzo originarios de la villa conquense de Belmonte, del marquesado de Villena. Fue el I marqués de Villena y señor de Belmonte su protector.
Antes de situarse en tierras andaluzas, en Jaén, regresó a Cuenca, pasando por su pueblo natal.

El edificio que ahora ocupa el Archivo Provincial en la parte de la ciudad, donde arranca el espolón del Cerro de San Cristobal por donde se derrama la Ciudad, calle del Trabuco como continuación de la calle de San Pedro una vez pasada la Plaza Mayor. Prácticamente junto
a los restos de la muralla, en un antiguo edificio medieval que fue sede del Tribunal de la Santa Inquisición, para pasar a convertirse con el tiempo, en cárcel provincial. Fechado en el siglo XVII, estuvo englobado en el conjunto del castillo, en un primer momento. Hay quienes en la noche de Todos los Santos oyen todavía ruidos de cadenas de quienes estuvieron presos allí y fueron ejecutados, así como lo fueron los jefes del movimiento comunero por orden de Inés Barrientos.
Junto al Arco de Bezudo,resto más importante de la muralla y una de las puertas de acceso a la Ciudad viniendo de la Sierra.


El barrio de San Pedro, en Cuenca, es el más antiguo de la ciudad y está situado en su parte alta, al lado del castillo y de la plaza del Trabuco. Es de origen musulmán y fue un barrio noble en la Baja Edad Media, después barrio de canónigos en el siglo XVIII. Posteriormente fue un barrio muy popular, ya en el siglo XIX para posteriormente convertirse en la zona favorita de la ciudad para los famosos artistas del grupo El Paso, originarios de Cuenca: Saura, Rueda y Torner. Esta zona conserva numerosos vestigios de la historia de la ciudad además de las ruinas del castillo: la iglesia de San Pedro, el antiguo convento de las Carmelitas Descalzas, la capilla de Caballeros, el antiguo convento de las Angélicas o los restos del colegio de Jesuitas.
La portada del colegio de los Jesuitas da frente a la calle de San Pedro. Los Jesuitas fundaron el colegio en Cuenca en 1554, en una casa que les había donado el canónigo don Pedro del Pozo, que estaba situada en la calle de San Pedro. Para adecuar esta casa a las necesidades de sus nuevos dueños, el maestro de cantería Juan de Palacios ejecutó una importante reforma, patrocinada por don Pedro de Marquina, que era capellán del rey y canónigo de la catedral conquense. A fines del siglo XVI, concretamente en 1591, el maestro de cantería Pedro de Mendizábal y el carpintero Juan López solaron el edificio. Esta portada es el último vestigio de lo que fuera el primer colegio de Jesuitas que hubo en Cuenca.
El pálacio de los Cerdanes de Landa-Zavala. Es el único que no está ubicado en la calle de San Pedro. Es un gran caserón del siglo XVII con fachada a la hoz del Júcar, a la plaza de San Nicolás y al pequeño callejón del mismo nombre, de forma rectangular; con dos plantas, y una interesante ordenación, interior y exterior, de espacios y elementos constructivos, y dedicado actualmente a Museo. También se comunica con la Iglesia de San Nicolás de Bari, en la Plaza del mismo nombre y anexa al Convento de las Angélicas.En el barrio alto de San Pedro.
El Convento de las Angélicas fue fundado por el Comendador Constantino del Castillo, en 1561. De él destaca su portada gótica de medio punto, con grandes dovelas.Destruida su iglesia propia durante la Guerra Civil, está unido a la iglesia de san Bicolás de Bari, situada en la plaza del mismo nombre, por una tribuna.
Los conventos femeninos se organizaron de acuerdo con las ordenanzas de las Angélicas de San Francisco, las Benedictinas, las Bernardas, las Carmelitas de Santa Teresa, las Celadoras, las Concepcionistas Franciscanas, las Esclavas del Santísimo Sacramento, las Justinianas y las Siervas de Jesús. En los conventos masculinos germinaron, una vez más, las tradiciones de la Compañía de Jesús y de otras órdenes con asiento en Cuenca, como la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, los Agustinos Calzados, los Antoneros (hermanos de San Antonio Abad), los Carmelitas Descalzos, los Dominicos, los Franciscanos Observantes, los Menores Conventuales, los Mercedarios Calzados, los Trinitarios Calzados. y los Padres Observantes de San Francisco del Temple.
El convento de los franciscanos descalzos, junto al río Jucar y la ermita de las Angustias, se edificó bajo la advocación de San Lorenzo, mártir. Don Marcos de Parada, arcediano de Alarcón y canónigo de Cuenca, fallecido en 1578, donó una casa y una huerta con el propósito de costear la fundación del monasterio.
Iglesia de San Esteban, en la plaza de la Hispanidad. Dicha iglesia parroquial, de estilo moderno, es famosa en la ciudad por ser principio o final de algunas de las procesiones de la Semana Santa de Cuenca. Cerca el Palacio de la Diputación. Se empezó a construir en 1881 dada la necesidad de sustituir por su mal estado al que se utilizaba entonces, el antiguo convento de los Carmelitas Descalzos. Se terminó a principios del siglo XX, en 1926, para ser ampliado en 1980 con el levantamiento de otra planta en forma de mansarda- buhardilla-. Convento de las Carmelitas Descalzas. Fue construido en el siglo XVII.

La Iglesia de San Pedro es una de las más antiguas de Cuenca. Levantado sobre una anterior mezquita y situada en la plaza del Trabuco, el edificio es de planta octogonal en el exterior y circular en el interior. Aunque su origen es románico, ha sido destruida varias veces, siendo su actual planta del siglo XVIII. Su portada es barroca y cuenta con una capilla de artesonado mudéjar. Subir a su campanario por su impresionante escalera y ver estupendas imágenes de Cuenca.

Puerta y Torre de San Juan. San Juan tuvo un templo conquense bajo su advocación. De hecho, la ermita que se dedicó al evangelista figuró entre las primeras que fueron erigidas en Cuenca. No lejos de este punto, se abría una de las puertas de la muralla que circundaba la ciudad. Los musulmanes llamaban a este acceso Al Jara, La esquila, pues lo cruzaban por costumbre los rebaños que pastaban en las proximidades del Júcar. Aprovechando esta rutina, los caballeros de Alfonso VIII se cubrieron con pieles de carnero, y mediante ese fingimiento, engañaron al centinela ciego que custodiaba la entrada. Calle Fedérico Muelas, poeta conquense.

Cuenca es ciudad de misterios y leyendas. A los ya citados añadir, de cómo sanó Constanza de Aragón, enfermiza desde niña, tras un sueño en el que se le apareció San Julián y le indicó recoger una cestilla, San Julían vendía cestillas antes y después de ser obispode Cuenca y los donativos ayudaba a los poblres, en la catedral relacionada con el Santo Grial. Al parecer se curó y pudo casarse con su amado, el emperador Federico II, aunque murió un año después. El segundo misterio está relacionado con las profecías de Nostradamus, que identifica a la Catedral con el "Templo donde se guarda el Tesoro" y que protegerá a quienes se refugien en él el día del Mundo.

Constanza de Aragón (Monasterio de Poblet, 1344 - Catania, 18 de julio de 1363), princesa de Aragón y reina consorte de Sicilia, merced a su matrimonio con Federico III de Sicilia. Estuvo prometida con Luis de Sicilia, pero la muerte prematura de este en 1355 hizo que se casara con su hermano Federico el 11 de abril de 1361. De su matrimonio nació una única hija, la futura reina de Sicilia, María. Constanza murió durante el alumbramiento el 18 de julio de 1363. Sus restos yacen en un sarcófago en la capilla de la Adoración de la Catedral de Catania. Hermanastra de Juan I (1350-1396), de Martín I " el Humano" (1356-1410) y de Leonor (1358-82), casada con el rey Juan I de Castilla. Fue la madre de Fernando I de Antequera. Primer monarca Tástma de la corona de Aragón a la muerte sin sucesiónn de su tio Martín I y trás el Compromiso de Caspe. Todos hijos de Pedro IV "el Ceremonioso"

Callejeando por Cuenca.

Museo de Arte Abstracto Español. Casas Colgadas, Casa del Rey.

Museo Diocesano de Arte Sacro. Está situado en la s plantas bajas del Palacio Episcopal.

Museo de la Catedral.

Museo de Ciencias de Castilla-La Mancha. Abrió sus puertas a finales de los 90. En la Plaza de la Merced

Fundación Antonio Pérez. Importante centro cultural de la ciudad en la Ronda de Julián Romero. Edificio Carmelitas.

Museo de Cuenca y Museo Provincial. En la calle Obispo Valero, cerca del Palacio Arzobispal.

Iglesia de San Felipe Neri. Iglesia barroca de pequeñas proporciones, adosada al Convento de los Oblatos, también conocida como el Oratorio de San Felipe Neri. Data del siglo XVIII, y se construyó bajo la dirección de Martín de Aldehuela, siendo su mecenas y promotor el arcediano de Moya, don álvaro de Carvajal. Siempre destacó por la belleza de sus capillas interiores de estilo rococó. Quedó gravemente dañada durante la Guerra Civil, siendo destruída en gran medida su decoración interior, que incluían obras de Alonso Cano y Salzillo, pero ha sido restaurada en varias ocasiones. La última en 1989 fue realizada por la Escuela Taller de Cuenca. Plaza del Carmen.

Ermita de Nuestra Señora de las Angustias. Situada en un bello enclave sobre el río Júcar, se llega a la ermita a través de un bello paseo abierto entre rocas, que pasa también ante el atrio de los Descalzos. La iglesia original se construyó en finales del siglo XV, pero la que se puede visitar actualmente data del siglo XVII. Es una iglesia que cuenta con un gran número de devotos, de la que todavía destaca un tramo de escalera esculpido en la roca. Tres eran los requisitos que tenían que cumplir los antiguos cofrades de las Angustias: buena forma, buenas costumbres y limpieza de sangres, es decir que no descendieran de judíos o moriscos o de personas que hubieran sido juzgadas por la Inquisición. Calle Pilares.

Iglesia de San Pedro. Es con muchas probabilidades la primera iglesia que se construyó en la ciudad. El edificio original, muy probablemente de factura gótica,y construído sobre los restos de una mezquita, fue destruído en el siglo XV. Volvió a levantarse en el siglo XVII y restaurada en el siglo XVIII por Martín de Aldehuela. Por fuera presenta forma octogonal, cubiertsa por una bóveda semicircular, mientras que por dentro es circular. Una torre planta cuadrada con tres cuerpos se encuentra adosada al edificio. En su interior, en una de las capillas laterales, no hay que dejar de apreciar su techo de alfarjía. En las escaleras del templo está enterrada la beata del Vilar de águila, Maria Isabel Herraiz, que pretendió ser la amante de Jesucristo. Sus restos fueron depositados allí para que el pueblo, como castigo, pudiera pisarlos cada vez que accediera a la Iglesia. Plaza del Trabuco

Iglesia de San Martín. Se construyó sobre una mezquita y ha sufrido numerosas reformas. Su base es circular, con el exterior poligonal y portada barroca. Solamente quedan las ruinas de su ábside románico. Barrio de San Martín, junto a las Casas Colgadas.

Iglesia de El Salvador. Parroquia del siglo XVIII, de una sola nave, que en el siglo XIX se convirtió en una de las parroquias más importantes de la ciudad. Destaca su magnífico conjunto de retablos barrocos. En el exterior cuenta con una sencilla portada con una hornacina en la que se sitúa la imagen del Salvador y destaca también su peculiar torre de diversos estilos construída en el siglo XX, de gran altura y esbeltez que se distingue en la lejanía.

Convento de las Petras. Conocido también como el convento de San Pedro y San Lorenzo, se trata de un edificio del siglo XVI, con iglesia del XVIII, construida por Alejandro González Velázquez y reformada por Martín de la Aldehuela. En el templo, de planta elíptica, con una gran bóveda sin linterna, y con decoración de corte neoclásico, se pueden admirar unos magníficos frescos. A lo largo de su historia ha sido víctima de múltiples incidentes, tales como guerras e incendios, por lo que en la actualidad presenta un aspecto muy restaurado. Cuenta con una leyenda conocida como la leyenda del Cristo del Pasadizo. Julián un apuesto mozo de familia humilde y la noble y bella Inés, se juraron fidelidad. Fue la joven quien rompió la promesa uniéndose a otro muchacho. Los dos valientes se batieron en duelo por el amor de su amada y ambos murieron. La doncella sintiéndose culpable se recluyó en este convento para expiar sus pecados. Plaza Mayor, frente al Ayuntamiento.

Iglesia y Convento de la Merced. Construido en el siglo XVI fue en su origen convento de mercedarios. Posee dos portadas, ambas de estilo barroco. De las dos, la más pequeña, da acceso al convento de clausura de las Esclavas del Santísimo Sacramento. En esta fachada se puede contemplar un escudo de los Hurtado de Mendoza, una de las familias más importantes de la ciudad. Adosada a ésta, se encuentra la otra portada, la más espectacular que corresponde a la de la Iglesia. Distribuida en dos pisos, en ella vuelve a aparecer el escudo de esta familia, a la que perteneció el solar en el que anteriormente se levantaba un palacio gótico de su propiedad. Este convento fue el lugar en el que permaneció desterrado, durante tres años, fray Gabriel Téllez, conocido como Tirso de Molina. El escritor escribió aquí su obra "La Prudencia en la mujer". Plaza de la Merced.

Seminario Conciliar de San Julián. Edificio construido sobre los restos del Palacio del Marqués de Siruela, en 1975, bajo los auspicios del obispo José Flores Osorio. Destaca su gran portada barroca y el retablo gótico, obra del Maestro de Horcajo. Adyacente al Convento de la Merced

Convento de la Concepción Francisca. También se le conoce como el Convento de las Concepcionistas de la Puerta de Valencia, al estar construído junto a dicha puerta, de la que ya no queda nada . Edificado sobre una de las casas propiedad de los Templarios, su creación se remonta a 1504 y se debe a Álvaro Pérez de Sotomayor. Fue uno de los edificios más dañados durante la Guerra Civil. Su iglesia, adjudicada a Martín de Aldehuela, es de planta elíptica y conserva su portada timbrada con blasones, aunque ha tenido que ser restaurada.

Iglesia y Hospital de Santiago. Se accede hasta estos edificios renacentistas construidos sobre un cerro, aunque su factura original sería probablemente gótica, a través de una majestuosa escalinata. Cuenta la historia que fue Alfonso VIII, quien seguramente los creó después de la reconquista, con las donaciones realizadas por los Caballeros de Santiago, de ahí su nombre. En el siglo XVI se erigió un edificio de nueva planta que se fue reformando con añadiduras en el siglo XIX. El hospital que sigue en funcionamiento es un edificio que se distribuye en torno a un claustro interior. Aledaña al hospital se encuentra la iglesia barroca, de gran belleza, de una sola nave que se atribuye a Martín de Aldehuela, y que destaca por su gran espadaña de dos huecos. Calle Colón.

Iglesia de la Virgen de la Luz. También conocida como la Iglesia de San Antón, alberga la venerada imagen de Nuestra Señora de la Luz, patrona de la ciudad. Posee dos portadas, una de ellas plateresca. El interior se encuentra profusamente ornamentada con pinturas y estucos y una cúpula elíptica.

Ermita de la Epifanía. Fundada originariamente por Alfonso IX y posteriormente restaurada. Destaca su fachada renacentista. Calle San Pedro.

Convento de las Angélicas. Convento fundado a finales del siflo XVI, bajo los auspicios del comendador Constantino del Castillo. Calle San Pedro.

Convento de Carmelitas Descalzas. Convento en el que se instalaron las monjas procedentes del pueblo conquense de Huete, que hasta 1608 habitaron la Iglesia de San Martín. En la actualidad acoge la Fundación Antonio Pérez y en el edificio contiguo se encuentra la sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), y el Vicerrectorado de la Universidad de Castilla-La Mancha. Calle San Pablo.

Iglesia de San Miguel. Se sitúa al borde del precipicio, desde el que se tiene una de las mejores panorámicas de la hoz del Júcar. Se trata de una de las iglesias más antiguas y bonitas de la ciudad. Es de estilo gótico temprano, excepto su hermosa portada de corte renacentista. Cuenta además con un bello artesonado mudéjar. Alberga diversas obras de arte que fueron perdidas en la Guerra Civil. Actualmente hace las veces de Auditorio, para diversos actos culturales. Junto a la iglesia se encuentran los restos de los baños públicos, construidos en época árabe. Era el Fuero quien se encargaba de legislar el uso de estos baños que compartían árabes, judíos y cristinos, penando, por ejemplo, con cortar las orejas a quien robaba algo en los baños. Establecía también el Fuero los días en los que los baños estaban reservados para las mujeres. Si un hombre entraba esos días en los baños, moría despeñado. Final de la bajada de la calle de San Miguel

Convento de Franciscanos Descalzos. Antiguo convento fundado por Marcos Parada, señor de Huelves, que data del año 1578. Lo que más destaca de este convento es la cruz de piedra conocida como Cruz del Convertido, que ha originado una popular leyenda. Cuenta esa leyenda que Don Diego, un joven conquense noble, tuvo escarceos amorosos con una joven, Diana. La noche de Todos los Santos, tras haber hecho el amor con la joven, Don Diego se dio cuenta de que la doncella tenía el vestido levantado. La sorpresa fue mayúscula cuando al mirar bajo la falda no vio el blanco muslo de su amada, sino la peluda pata de un macho cabrio. Aterrorizado Don Diego se aferró a la Cruz de Piedra donde todavía se puede ver la marca de su mano. Tras la experiencia el noble se recluyó en este convento. Próximo a la Ermita de las Angustias.

Convento de San Pablo. Data del siglo XVI. Se construyó por iniciativa de Juan del Pozo y sus obras se iniciaron en 1523. Su portada, bellamente labrada, de estilo churrigueresco, fue realizada en el siglo XVIII. Cuenta con un hermoso patio. La Iglesia del convento es de planta de cruz latina con una bóveda gótica. A los pies de su altar mayor fue enterrado el canónigo fundador de la iglesia. Sobre su sepulcro se puede admirar un bajorrelieve en piedra blanca. El templo con portada churrigueresca, que marcó un hito en la Historia, es uno de los más queridos de Cuenca, hoy cerrado al culto, se celebran en él las Semana de la Música Religiosa. El convento en sí, acogió en un principio a los dominicos, posteriormente y hasta 1974 se utilizó como Seminario de los Padres Paulares. Desde 1993, fecha en la que sufrió un gran proceso de restauración, el edificio se transformó en el Parador Nacional de Turismo. Su estratégico enclave, es otro de sus atractivos, ya que se encuentra situado sobre la hoz del río Huécar y frente a las casas colgadas, a las que se accede desde un puente metálico. Parador Nacional de Turismo.

Ermita de la Luz. También conocida como la Ermita de San Antón, se llama así por albergar a la imagen de la Patrona de la ciudad, la Virgen de la Luz, una Virgen negra. Se encuentra emplazada al otro lado del Júcar. De corte sobrio rozando lo austero, se la reconoce entre cualquier otro templo de la ciudad por su color rojizo. Cuenta con dos portadas, una plateresca, la otra con el escudo de la Orden de San Antón. Su interior es de estilo rococó, profusamente decorado. Se trata de una ermita con historia. Cuenta la leyenda que fue el lugar en el que durmió Alfonso VIII, la noche que comenzó la reconquista de la ciudad. Mientras dormía se le apareció la Virgen y le ordenó la edificación de la Ermita, que se realizó en el siglo XVI.

Iglesia de Santa Cruz. Construcción que se dio por finalizada en el siglo XVII, restaurándose un siglo después por Martín de la Aldehuela. La leyenda cuenta que en las ruinas de esta iglesia se escuchaba un atormentado mea culpa en Hebreo. Actualmente alberga a un centro cultural permanente de exposiciones de artesanos. Barrio de San Martín.

Iglesia de San Pantaleón. Fechada entre los siglos XIII y XIV, sería uno de los pocos símbolos de la Cuenca Medieval. Sólo quedan las ruinas de este edificio que fue una de las primeras parroquias de la ciudad. Se conserva un arco ojival de gran belleza a la entrada, así como una serie de símbolos que recuerdan el paso por estas tierras de los Caballeros Templarios. Calle de San Pedro.

Convento de las Celadoras del Sagrado Corazón. Antiguo palacio del que destacan su fachada y su escalera, convertido en convento. El edificio data del siglo XVII. Junto a la iglesia de San Pantaleón.

Iglesia de San Nicolás. Templo de factura extremadamente sencilla, de una sola nave y estilo renacentista. Situado junto a las casas que ocupara Esteban Jamete, actualmente restaurante San Nicolás.

Iglesia de San Juan. Se considera una de las primeras iglesias construídas en Cuenca de la que sólo quedan la torre de planta cuadrada y la puerta, como única pieza de su estructura defensiva primitiva, que rodeaba la ciudad. Se trata de la puerta por la que pasaron por primera vez las tropas de Alfonso VIII en la conquista de Cuenca. Frente al Palacio de Justicia.

Iglesia de San Andrés. Data del siglo XVI y tiene una planta trapezoidal cubierta por bóvedas de arista. Del exterior merece la pena contemplar su portada de estilo herreriano. Actualmente la Junta de Cofradías guarda en ella los pasos de Semana Santa. Detrás de la Iglesia de San Juan.

Oratorio de la Esperanza. Abierta al culto, se trata de una pequeña capilla, muy antigua, que cuenta con una sola nave. Durante la Edad Media gozó de importantes beneficios eclesiásticos.

Ermita del Cristo del Amparo. Se levanta en el lugar que estuviera ocupado en otros tiempos por una sinagoga judía. Construída en el siglo XVI, es de estilo barroco, y en un principio su función fue la de Hospital de Indigentes. Barrio de Tiradores.

Convento de las Monjas Benedictinas. Más conocido como Convento de las Monjas Benitas, data del año 1446. Pese a las múltiples reformas que ha sufrido sigue destacando su bóveda de crucería gótica, de gran belleza.

Iglesia de Santo Domingo. Este templo fue derruido casi por completo a comienzos del siglo XX. El único elemento que consiguió sobrevivir fue su Torre.

Ermita de San Isidro. Se trata de una pequeña ermita rural que tiene un cementerio a cada uno de sus dos lados. Es el lugar en el que se celebran las fiestas de San Isidro, de gran tradición popular, en las que se "rapta" la imagen del Santo, que posteriormente es devuelta. Extramuros de la ciudad, sobre la Hoz del río Júcar.

Convento del Carmen. Construido en el siglo XVII, se trata de un convento de grandes dimensiones que originariamente acogió a frailes de la orden de los carmelitas descalzos. De estilo barroco, fue restaurado para destinarse a colegio público. Plaza del Carmen.

Catedral

Iglesia y Monasterio de la Merced y Seminario Conciliar.

Hospital e Iglesia de Santiago. Edificios renacentistas construidos sobre un cerro y en los que destacan el claustro interior y la fuente.

Iglesia de San Antón. Alberga la venerada imagen de Nuestra Señora de la Luz, patrona de la ciudad. Posee dos portadas, una de ellas plateresca. El interior se encuentra profusamente ornamentado con pinturas y estucos y una cúpula elíptica.

Murallas. Situadas en la parte más alta de la ciudad, constituyen un excelente mirador sobre la intersección de las dos hoces que rodean la ciudad. Disponía de seis puertas y tres portillos de las que se conservan la Puerta de San Juan, aledaña a la Iglesia del mismo nombre y el Portillo de San Pablo.

Escalerillas del Gallo. Se cree que este era el lugar en el que se encontraba una de las nueve puertas que pertenecía a la estructura defensiva de la ciudad. Se encuentran junto al Posito o Almudí.

Castillo. Apenas sobreviven los restos casi imperceptibles de la que fuera una fortaleza de origen árabe, yq que fue dinamitado prácticamente por completo durante la época napoleónica. Se conserva el Arco del Bezudo, restaurado y una parte de un torreón. Calle del Trabuco

Casas Colgadas. Es uno de los emblemas de la ciudad. Una de las imágenes más reconocibles y un ejemplo de la arquitectura gótica conquense. Son de origen medieval, se cree que se construyeron en el siglo XVI y se sitúan al borde de una elevada pared vertical, sobre la hoz del Huécar, sobre la que vuelan las renovadas balconadas de madera. Las Casas Colgadas están formadas por dos edificios: la Casa del Rey, que cuenta con algunas pinturas murales y que ha sido reformada en este siglo, acogiendo en la actualidad el Museo de Arte Abstracto, y la Casa de la Sirena de tres plantas, que ha sido transformada en un mesón. Esta última cuenta con una leyenda muy trágica. Se cree que esta casa fue el refugio de la amante a la que despreció, por ser una plebeya, don Enrique de Trastamara, y fue también el lugar en el que la doncella crió al hijo que habían tenido. Don Enrique, que era muy supersticioso, haciendo caso de malos augurios, hizo desaparecer, no se sabe cómo, al niño. La mujer se volvió loca y se lanzó al vacío. Sus gritos, parecidos a los de una sirena, de ahí el nombre de la casa, se estuvieron escuchando durante mucho tiempo. Entre las casas colgadas y el Puente de San Pablo se puede contemplar una escultura obra de Luis Marco Pérez. A través de la calle del Obispo Valero, junto al Palacio Episcopal.

Ayuntamiento. Data del siglo XVIII. Sus obras comenzaron, según consta en su fachada, en 1762 y fue restaurado en los siglos XIX y XX. Es un hermoso edificio de estilo barroco con tres arcos que sujetan unas bóvedas de crucería que sirven de paso entre las calles, y por la que se accede a la plaza, que acoge la casa consistorial de la ciudad. La fachada se encuentra rematada por un frontón curvo con un escudo y, en lo más alto, un mono coronado de cantería, obra realizada en el siglo XX por el artista local Francisco Sanz Lobo. Sufrió una gran restauración en el siglo XIX y otra en el XX. Plaza Mayor.

Palacio Episcopal. Edificio que se construyó entre los siglos XIII y XVI (aunque la portada es posterior, concretamente del XVIII). Conserva una severa estructura de corte neoclásico, timbrándose su fachada con escudos pertenecientes al obispo Flores Osorio y al obispo Diego Ramírez de Villaescuesa. Por uno de sus laterales se accede al Museo Diocesano y cruzando la puerta de su fachada principal al Archivo Diocesano. Destaca su claustro, con un hermoso patio. Adosado a la fachada sur de la Catedral.

Casa del Curato. Edificio medieval del siglo XIII, situado frente a las Casas Colgadas, muy cerca de la Catedral, que acoge en la actualidad el Museo Provincial. Conserva algunos elementos góticos. Calle Obispo Valero.

Colegio de los Jesuitas. Edificio que data del siglo XVII en el que destaca su portada, de una gran sobriedad, timbrada con el escudo imperial. Calle San Pedro.

Casa del Canónigo Juan del Pozo. Destaca su portada adintelada de sillería. Este es el elemento más importante de la casa que sirvió de morada al Canónigo Juan del Pozo, fundador y mecenas del Convento de San Pablo y del puente del mismo nombre. Calle San Pedro.

Palacio de la Diputación. Se trata de un edificio de gran sobriedad rodeado de amplios y cuidados jardines, erigido siguiendo el estilo del neoclasicismo del XIX. Construído en sillería, su portada presenta tres arcos de medio punto. Calle de San Francisco.

Casa de las Rejas. Pósito o Almudí. Construido para Posito Real, fue una excelente muestra de la arquitectura civil barroca que caracterizó a Cuenca. Hace esquina con una de las caras del Convento de las Monjas Benitas y data del siglo XVI. Su planta rectangular se distribuye en dos alturas y reúne los principales elementos de este tipo de arquitectura tales como su portada clásica, su rejería y sus escudos. Fue restaurado en el siglo XVIII. A lo largo de su historia ha desempeñado muchas funciones. Ha sido museo, gimnasio y conservatorio. En la actualidad es utilizado por el Ayuntamiento como sala de exposiciones.

Torre Mangana. Situada en el solar que ocupaba el antiguo alcázar árabe, del que todavía se conservan algunos restos. En sus alrededores se ubicó también una sinagoga. Fue restaurada a principios del siglo XX, siguiendo un estilo neomudéjar, y en la actualidad es el reloj que marca las horas de los conquenses. Se cree que su nombre significa torre del Reloj o máquina, en referencia a que sobre ella se hubiera situado un reloj de sol, o quizá a que estuviera colocada, por encima de sus almenas una máquina lanzapiedras para defender la ciudad, pero solo son creencias.

Archivo Provincial. Ubicado en los alrededores de la muralla, en un antiguo edificio medieval que fue sede del Tribunal de la Santa Inquisición, para pasar a convertirse con el tiempo, en cárcel provincial. Fechado en el siglo XVII, estuvo englobado en el conjunto del castillo, en un primer momento. Hay quienes en la noche de Todos los Santos oyen todavía ruidos de cadenas de quienes estuvieron presos allí y fueron ejecutados, así como lo fueron los jefes del movimiento comunero por orden de Inés Barrientos. Actualmente alberga el Archivo Provincial. Próximo al Arco de Bezudo

Rascacielos. Estas construcciones forman parte de la identidad de la ciudad. Son construcciones medievales de planta estrecha y gran altura que poseen distintos elementos arquitectónicos que las dotan de una marcada personalidad, como sus balconadas de madera o sus vanos de distintos tamaños ordenados caprichosamente. Se trata de dos conjuntos de edificios situados al borde de las hoces formadas por dos ríos: el Júcar y el Huécar. El desnivel en el que se sitúan los edificios es muy grande, contándose hasta diez plantas desde el lado que se asoma al río. En este caso los portales cuentan con dos escaleras, una superior y otra inferior. Estos edificios se comenzaron a edificar en los siglos XIV y XV, cuando los habitantes de Cuenca se encontraron con que tenían un problema con el espacio urbano que cada se había reducido más. Estos rascacielos fueron su ingeniosa solución. Se accede a ellos por la calle de Alfonso VIII, donde solo tienen cuatro alturas. Antiguamente existían muchos más pero sus dueños las fueron abandonando y se fueron desmoronando.

Plaza Mayor. Se trata de una plaza de corte trapezoide de forma irregular que constituye el auténtico casco viejo de Cuenca. Es el alma de la ciudad. En ella se celebran las principales fiestas conquenses tales como las procesiones de Semana Santa que deben llegar hasta aquí o las vaquillas de los encierros de las Fiestas de San Mateo. En esta plaza se encuentran algunos de los edificios más importantes de la ciudad como el Ayuntamiento o el Convento de las Petras.

Posada de San José. Es uno de los edificios más emblemáticos de la calle Julián Romero. Antiguo Colegio de los Infantes de Coro de la Catedral, vivieron en él Juan Bautista del Mazo y su mujer, hija del pintor Velázquez, que venía a visitarlos con regularidad. Se cree que Velázquez pudo realizar uno de sus primeros bocetos de Las Meninas en alguna de las salas de esta casa. Actualmente se ha acondicionado como hotel. Calle Julián Romero.

Casa de los Mendoza. Recia casona de data de los siglos XIV y XV. Calle Alfonso VIII.

Casa del Corregidor. Se la conoce también como la Cárcel Vieja. Es un bello edificio palaciego, pesé a su apariencia abandonada, de planta rectangular y fábrica de sillería, que data del siglo XVIII. Calle Alfonso VIII.

Casa de los Clemente de Aróstegui. Es una de los más bellos ejemplos de arquitectura civil con los que cuenta la ciudad de Cuenca. Se trata de una gran casa-palacio de planta irregular, balcones y un conjunto espléendido de rejas, que data del siglo XVII. Campean su fachada dos escudos nobiliarios. Calle Alfonso VIII.

Casa de los Albornoz o Cuarterón. Fue el lugar en el que nació en 1300 el obispo Gil Carrillo de Albornoz, quien primero se convirtió en Arzobispo de Toledo y posteriormente el Papa Clemente VI le nombró Cardenal. Gobernó los Estados Pontificios y fue además quién fundo el Colegio de San Clemente de Bolonia.

Audiencia Vieja. Se trata de una casona del siglo XIX que fue totalmente restaurada y que en la actualidad acoge el Conservatorio de Música, que a su vez alberga el gabinete de música electroacústica. Calle Palafox.

Escuelas Lucas Aguirre.

Auditorio. Se construyó en la piedra caliza del cerro del Socorro, en la hoz del Huécar, siguiendo el proyecto de García de Paredes. Cerro del Socorro, hoz del Huecar.

Las Quinientas. Destacan por formar un racimo de viviendas de dos plantas, muy visitadas por los turistas.

Palacio de don Luis Carrillo.

Jardín de los Poetas. Se ha instalado este parque en el claustro del la antigua Iglesia de San Gil, de la que solo queda en pie, su torre y la portada de acceso. Recibe su nombre a instancias del poeta conquense Federico Muelas. En este parque, sobre los cimientos del mencionado claustro se han celebrado distintos recitales de poesía. Barrio de San Gil.

Parque de San Julián. Se trata de un agradable parque situado en pleno casco urbano, en el que se celebran distintas ferias como la Feria del Libro, durante la primera semana de agosto. En él se pueden apreciar distintas esculturas del artista conquense Marco Pérez. Destaca su templete de forma octogonal, su quiosco para conciertos, situado en el centro del parque y que cuenta con una decoración de azulejos de estilo modernista. Calle de Carretería.

Recreo Peral. Junto al río Júcar.

Parque Fluvial del Júcar. Se trata de un parque construido por la Confederación Hidrográfica que logró acondicionar 1.200 metros de las riberas del Júcar a su paso por la ciudad. Se pueden encontrar pasarelas, muelles de pesca, embarcaderos, zonas infantiles y zonas de barbacoa. Se ha plantado allí una vegetación única. El parque fue inaugurado en 1994, concretamente el día de San Antón. Si se quiere realizar una merienda al aire libre, dar un paseo o disfrutar de las posibilidades que ofrece para los deportes, este lugar es el idóneo. Entre esos deportes destaca el piragüismo, que se puede realizar en su canal de aguas bravas, el único construido en España después del que se realizó para las Olimpiadas de Barcelona.

Hoz del Huécar. Recorrido de gran belleza, de un total de 10 kilómetros, que se puede iniciar en la parte alta de la ciudad, junto al castillo y finalizar en la puerta de Valencia. En esta ruta se llega hasta el caserío de los Molinos de Papel, donde antiguamente se fabricaba pasta de papel. Muy cerca de éste se encuentra Palomera, una preciosa villa en la que destaca una plaza con posada del siglo XV y una iglesia parroquial.

Cerro del Socorro. En lo más alto de este cerro, desde donde se tiene una de las mejores panorámicas de la ciudad, se encuentra el momumento al Sagrado Corazón de Jesús. Carretera forestal de la Hoz del Huécar.

Cerrillo de Santiago. Se trata de un mirador enclavado en la ciudad antigua.

Hoz del Júcar. El recorrido por esta hoz comprende 20 kilómetros de extensión. Realizando esta ruta, que se recomienda iniciar en el barrio del castillo, se puede visitar el Recreo Peral, la Playa Municipal y la ermita de San Julián.

Santuario de San Julián el Tranquilo. Más que el santuario, merece la pena visitar la cueva, aledaña al templo, a la que el santo acudía a poner en remojo el mimbre. Trabajaba haciendo cestos que luego vendía y con el dinero que obtenía socorría a los pobres.

Puente de San Pablo. Está hecho de hierro fundido y mide 144 pies castellanos que equivalen a unos 60 metros. Comunica el convento de San Pablo con el casco urbano, salvando la hoz del río Huécar. Ubicado a una impresionante altura, sustituye al primitivo puente de sillería, que constaba de cinco arcos, erigido en el siglo XVI por el canónigo Juan del Pozo.

Puente de los descalzos. Se trata del puente que da acceso a la ermita de las Angustias y al salón acuático Recreo Peral. Desde este puente se ofrecen unas magníficas perspectivas de la ciudad.

Puente de la Trinidad. Puente de dos ojos que se sustenta sobre los restos de la antigua muralla, cruzando la hoz del río Huécar.

Puente de San Antón. Construido en el siglo XVIII, muy probablemente sobre la antigua estructura de un puente medieval anterior a la conquista de Cuenca. Está formado por dos arcos de medio punto, y constituye el lugar donde comienza la hoz del río Júcar.

Puente Colgante. Está hecho de hierro fundido y cruza la hoz del Huécar

Valdecabras. Se trata de un poblado cercano a Cuenca en el que destaca la Iglesia de la Presentación. Un templo del siglo XVI, de una gran sobriedad y belleza, que se conoce, incluso internacionalmente por su Retablo Mayor. Una obra cumbre del renacimiento conquense cuyas pinturas, 17 tablas en las que se narra escenas de la Virgen, fueron realizadas por Gonzalo y Pedro de Castro.